miércoles, 25 de julio de 2007

De cárcel a Parque Natural

Una isla tupida de selva tropical, cocoteros, laureles, robles, pinos y esos chillidos que comprueban la existencia de cientos de especies de fauna en el lugar.
Son los sonidos de la vida natural de Gorgona y de la pequeña Gorgonilla, ubicada a 400 metros al suroeste. Los mismo que desde 1984 las hicieron dignas del título Parque Nacional Natural.
Los presidiarios del lugarAl descender del barco y acercarse a sus playas los chillidos toman forma. Lentamente comienzan a descubrirse los micos cariblancos, los perezosos, los lagartos, las aves migratorias que encuentran en el islote el albergue perfecto y las protagonistas, dueñas y señoras de este escenario: las serpientes.
No en vano esta tierra, que Pizarro en 1526 llamara San Felipe, tuvo a bien cambiar sus nombre por Gorgona, haciendo honor a la diosa que lleva por cabellera una sarta de serpientes.
En menos de media hora se está preso de una aventura verde, en la mitad de un oasis con grandes cantidades de agua dulce. Son 25 los arroyos que bañan a la isla en forma permanente y 128 los que nacen en épocas de lluvias. Y es que allí anualmente cae cinco veces más cantidad de agua que en cualquier otro territorio del país. Son necesarios dos o tres día para recorrer a plenitud esa punta de la antigua cordillera hundida en el Pacífico.

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